El Juvenil de rojiblanco no se baja de la pelea. El sábado goleó sin piedad a Pliego y mostró los dientes para lo que resta de temporada. No se candidatea, pero puede ser una gran alternativa a los punteros.
Sin complejos. Así afronta el elenco juvenil ésta segunda parte del torneo. Y lo hace porque sabe que su objetivo principal esta sellado. Lejos, a casi una una veintena de puntos, quedó el pozo del descenso, y eso le permite ser osado y salir a jugar de igual a igual.
A esta actitud añádale que el plantel atraviesa el mejor momento de la temporada. Mientras equipos llamados a ser candidatos están en pleno declive, los de Campoy van consolidando su ideario, de local o de visitante, con titulares o con suplentes. No merma, y es un detalle que no se puede obviar.
Un resultado tan estruendoso como 8-2 deja pocas dudas de lo que sucedió el pasado Sábado. Bullense y Pliego chocaron con actualidades diferentes; unos por no perder el tren hacia la cúspide y otros por huir del olor a azufre del fondo. Y esas actualidades se evidenciaron en el juego.
No la tenía fácil Campoy, consciente de que sus numerosas bajas podían corroer sus inmaculados planes. Poner al arco a un pibe de 16 años (Sergio Fernández), con tan sólo un partido disputado, o no disponer de hombres como los hermanos Egea o Antonio Sánchez, incluso tener que mandar a la cancha a un afiebrado Miguel Espín, eran riesgos que había que asumir y enfrentar.
Mano de neurocirujano tuvo el DT, que palió sus ausencias con maestría y nos regalo una tarde a puro gol, amparado en su consolidada línea defensiva, además de un cada día más reconocible Vicente Jiménez, y apuntillado con uno de los mejores ataques de ésta Primera Juvenil. No lo decimos nosotros, ahí están las estadísticas.
Y para prueba, un botón: Fran Valera. ¡Qué jugador! El «Panzer», más tanque de guerra que nunca, destrozó el fondo visitante en tan solo 45´minutos, reescribiendo el manual de delantero. Hat trick colosal que lo deja como uno de los máximos goleadores del torneo y como figura absoluta de éste invitado de piedra en la primera juvenil, como es el Bullense de Campoy.
Y si al momento dulce que atraviesa el delantero, se le suma la astucia de Miguel Espín, las tablas de un renacido Vicente Jiménez, y las apariciones explosivas de Kiko, uno puede esperar lo mejor.
El 8-2 no miente, aún con los ecos explosivos de la afición visitante, enfrascada en una gresca interminable con la jueza del partido. Una gresca por momentos agresiva, por momentos cínica, por momentos irónica, pero ante todo desubicada. Fueron los propios jugadores de Pliego quienes dignificaron su derrota, desoyendo pedidos de sentadas y abandonos, marcando un auténtico golazo para descontar, y aguantando estoicamente hasta el final. Fue, sin duda, la nota negativa de la jornada.
Fue un 8-2 donde tuvieron cabida chicos como el «Lungo» Sánchez, que se dio el gusto de marcar, o del «Venao» Martínez, que buscó y buscó hasta apuntarse otro gol, o el «Dibu» Jiménez, que incluso se vistió de asistente. En definitiva, y a pesar del marco oprobioso, los rojiblancos gozaron de una goleada espectacular que los mantiene vivos en ésta encarnizada lucha por el podio.
Mención aparte para la afición de Bullas. Impecables. No cayeron en las provocaciones incesantes de la parcialidad rival, lo que hubiese sido ya un aquelarre absoluto. Supieron estar a la altura y bañaron en aplausos a los suyos con el pitido final.
Los grandes mandan. Los fuertes permanecen. Los débiles van cayendo. Éste Bullense respira, agita. Éste Bullense es hoy una seria alternativa para los poderosos.