El tapado insolente

El juvenil rojiblanco cerró el 2019 en la séptima posición, a nueve de los líderes, y podrá arrancar el 2020 pensando en grande. No lo tenían anotado, pero éste Bullense insolente tiene cosas que decir, y desear.

Y cuando ya nadie contaba con ellos, éstos atorrantes, éstos locos bajitos, éstos pibes de Campoy cierran el año encaramados a la séptima posición, a nueve de los punteros. ¡Insolentes!

Por qué insolentes? Porque el equipo de Campoy no tiene el deber de lidiar con los pesos pesados de ésta primera juvenil. En absoluto. La idea del DT es que éste haga una buena temporada, incorporando su abecedario y progresando partido a partido. Simple, llano, sin humo ni excesos.

Pero así, calladito y sin hacer ruido, va solidificando su papel de «equipo de primera» y clausurando, al menos de momento, las cuatro puertas del descenso y, por qué no, empezar a mirar hacia arriba.

El pasado sábado fue un día de superación. Los de Campoy saltaron a la cancha y armaron algo distinto a lo que nos tienen acostumbrados. Dejaron de lado por un rato la terca búsqueda del espacio y del balón dividido. Bajaron la pelota, incluso la pisaron, y jugaron un futbol delicioso, de paladares exigentes.

Claro, cambia la historia si en la zona de creación (creacion de juego, de ilusiones, de ideas, de inventos) se juntan los hermanos Egea y riman. Cambia la historia si Salva abandona su papel de «nuevo de la clase» y aprieta los dientes. Cambia si Antonio Sánchez encuentra quien le devuelva las paredes. Cambia, vaya si cambia, cuando el equipo tiene la paciencia de madurar un partido hasta asestar el golpe definitivo.

Los Egea son todo un regalo de reyes. Antonio, con mas recorrido en el equipo, demostró su versatilidad en varios puestos, y en todos cumple. Pero, nobleza obliga, cuando se pone el equipo al hombro desde el centro de la cancha el equipo es otro. ¡Qué personalidad! Un pibe que asume galones, que tiene desparpajo y talento a raudales. ¡Pero es que el hermano es igual! Verlos a ambos en la cancha encendió la mecha de los visionarios: Ahi tienen a un futuro mediocampo del Bullense, sea en Juveniles, sea en Preferente, sea en Tercera. El futuro llegó para quedarse.

Los pibes jugaron un primer tiempo perfecto, donde no se pusieron en ventaja por puro infortunio. Antonio Sánchez tuvo la chance con un penal pero el 11 no estuvo fino y su previsible remate fue desviado por el arquero. Aún así, encomiable juego de los rojiblancos, jugando por abajo, pacientes, de lado a lado, sin esos sorteos de pelota, sin los bombeos a larga distancia. No chocaron, sino más bien al contrario, lucieron, y así nos obsequiaron con los mejores 45 minutos del torneo.

Luego, ya en el complemento, la cosa fue menos galáctica y más terrenal, pero el equipo fue sólido y apenas concedió resquicios a su rival. Gran trabajo en la retaguardia, que aún sin Paco Jiménez sacó chapa y se mantuvo infranqueable.

Pero faltaba el gol, que se hacia de rogar mientras el juego se friccionaba y los virtuosos perdían protagonismo. El golpe definitivo llegó en el momento justo, en un arranque de insolencia. Fran Valera condujo libre hasta la puerta del área, fijó su objetivo y le metió fuego al cañón. Golazo y a festejar, porque el empate parecía inamovible y no era justo con los de Campoy.

El Bullense alcanzó los 26 puntos y se acomodó en la zona de «amenazas». Bien es cierto que los clubes que lideran ésta primera Juvenil están diseñados de otra forma, y cuentan con arsenales mas contundentes. Pero éstos pibes guardan una bala en la recámara: La insolencia, esa que mostró ante Ranero, ante Guadalupe o ante Churra. La insolencia de unos chicos que serán ellos mismos los que se pongan su límite, la señal de STOP a sus pretensiones.

En época navideña, quién le quita la ilusión a estos muchachos? ¿Quien nos quita la ilusión a nosotros? Si hasta Santa Claus lleva nuestros colores.

Feliz navidad Campoy, Juanan, Esperanza y jugadores: Nos aguarda un 2020 apasionante!

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