«Cuando se juega así, hay permiso para perder «

El Juvenil rojiblanco se dio de lo lindo con su par del UCAM Beniaján. Dos penales fueron demasiado para un Bullense que buscó la heroica y terminó el partido volcado en el área chica. Perdió, pero se fue aplaudido por una segunda parte a puro corazón.

Hay una palabra en el diccionario, de sobra oída por todos: Entusiasmo. Palabra que en su origen significa «Tener a los dioses adentro». Fue seguramente ese entusiasmo, fueron seguramente esos dioses los que levantaron a un equipo que, tras dos fusilamientos, todavía se puso de pie, devolvió el fuego y se fue, a pecho descubierto, a por el empate.

Ese empate no llegó porque el fútbol poco entiende de merecimientos, villano banalizador de la palabra justicia, con la que juguetea a placer y devuelve, desinteresado, al que se le antoja.

El Bullense cayó por primera vez como local en ésta liga, y claro, deja un incómodo escozor por la manera que se da, con dos penales (claros, nada que objetar al trio arbitral) que malhirieron la moral rojiblanca.

Algunos agacharon la cabeza, abatidos por un segundo golpe de KO, pero hubo otros que apretaron los dientes, corajearon a sus compañeros y le dieron ese empuje para ir hacia adelante y torcer un destino que parecía definido. La entrada de Vicente (¡Qué bueno volver a verle!) le cambió la fisionomía al equipo, que creció en volumen de juego ofensivo y amenazó insistentemente con el empate. Destacar también el empuje, ordenado o desordenado, a esas alturas poco importaba, de chicos como Nico Bastida, el «Marciano» Egea, el «Loco» Ginés Espín o Paco, que terminaron desparramados por el piso en la última embestida del partido.

Jorge Valdano dejó una frase antológica en su paso por el Real Madrid, hace ya muchos años: «Jugando así, hay permiso para perder», poniendo énfasis en el juego desplegado por los suyos que, en esa ocasión, no sirvió para ganar, pero sí para gustar y sobre todo, para progresar. He aquí la lección útil, la lectura correcta para éstos muchachos, que aun en la derrota, merecieron el aplauso de un público agradecido.

Y nosotros, también, con este equipo que, aun en la derrota, entusiasma.

 

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El 0-2, lapidario, parecía poner fin al asunto, sin embargo fue la chispa adecuada para despertar a los rojiblancos.
No podía faltar a su cita con el gol. El «Panzer» Fran descontó y le dio vida a un equipo que se fue a ganar o morir.
El Beniaján, contrariado tras el descuento, paró el juego con varias lesiones que desquiciaron al publico local y al cuerpo técnico.
Llueven balones sobre el área del UCAM. Ni Ginés, ni Paco ni Fran logran batir al meta.
Con el área superpoblada, rechazando todo lo que se cruzaba, así terminó el UCAM amarrando una victoria que cerca estuvo de escaparse de sus manos.
La arremetida final y la desazón de su desenlace. Nico Bastida patas arriba. Ginés y su lamento. Gumer y su desconcierto. Así se terminan los partidos.
El aplauso recíproco entre jugadores y afición. Ambos merecieron llevarse una alegría.