Un articulo de Toni Fontán
La lírica del futbol, envasada en patas de alambre, menudo cuerpecito que vive al límite del precipicio, la banda o la vida, es el sempiterno desafío de convivir con el extremismo de la genialidad intrínseca, que se desata involuntaria, dibujando ochos, tirando caños, capturando ojos.
«A un pase de Juguete, Enri avanza,
Pegado el cuero al pie, con ojo atento,
Dribla a uno, a dos, después descansa,
Como midiendo el lance y el momento.»
«Tiene un presentimiento, así se lanza,
Más rápido que el propio pensamiento,
Dribla uno más, dos más, la bola alcanza,
Feliz entre sus pies, los pies del viento.»
«La lleva, así la multitud contrita,
En un acto de muerte se alza y grita,
En unísono canto de esperanza.
Enri Gómez, el ángel, oye y dice: ¡goooool!
En la imagen la G chuta en la O,
Dentro del arco entonces la L danza.»
«y le pega tan suave, tan corto, tan bello,
Que el balón es palomo de comba en el vuelo,
Y lo toca tan justo, tan leve, tan quedo,
que hace del barro oro y del fútbol, un sueño.»
Salud y larga vida a los gambeteadores de cancha, de vida y de espíritu.