El Juvenil no consigue librarse de su lastre visitante: Se adelantó en el marcador, tuvo a Cieza contra las cuerdas, y terminó pagando con un insólito penal en el último suspiro. Fue 1-1. Las chances se agotan muchachos.
La Suerte no conoce a nadie y sin embargo todos la conocemos. Hay que buscarla sí, pero por sobre todas las cosas no hay que tentarla. Así fue como el juvenil de Campoy, mereciendo no solo ganar en Blanca sino además golear, apenas se pudo traer un punto, y de los amargos.
Amargo porque tuvo infinidad de ocasiones para dejar KO a su rival, especialmente en el segundo tiempo, donde avasalló de forma incipiente a un Cieza frágil, por momentos desorientado, que concedió muchas facilidades en el fondo.
Quedó una palpable sensación de insatisfacción en el aire, y es que tanto Campoy como Juanan se fueron masticando bronca después de una gran producción, a la que le sobró el error de Paco Jiménez, que derivó en el penal y posterior empate local.
Pero seamos justos. El equipo juvenil ha asumido galones. Se ha librado de la careta victimista y plantea un juego de cuerpo a cuerpo, sin achicarse con los rivales, y de ahí su enorme mejoría y su absoluto merecimiento de la victoria.
Hasta hace bien poco se padecía cada salida. El pasado sábado se pudo ver a un equipo voraz, que fue a buscar la victoria desde el arranque, que nunca perdió el equilibrio y que, cuando se propuso golpear, golpeó con firmeza.
Fue todo un segundo tiempo de dominio absoluto, gozando de toda clase de oportunidades, y de todos los colores. Internadas de Kiko que no hallaron intérprete, paredes que dejaron a Miguel Espín frente al arquero, o remates de media distancia que por una u otra razón no quisieron besar las redes.
Y del perdón, el castigo. Desenlace cruel que terminó con el penal para Cieza y el empate definitivo, imposible de digerir tras el encuentro pero que, a medida que pasan las horas, ameritan una visión más que positiva.
El equipo de Campoy hizo méritos para traerse una victoria de Blanca, y sin embargo tuvieron que cenarse un punto. Cierto es que los rivales nos jugaron en contra: Todos ganaron sus partidos y alejaron un poco más la posibilidad de pelear arriba. Pero resta un mundo, y de acá a Mayo todo puede es posible. Es el camino, que si bien es estrecho, todavía da cabida a los más soñadores.