El Bullense juvenil dejó atrás la resaca de Jumilla y goleó a Calasparra en el Nicolás de las Peñas. Las puertas vuelven a abrirse para un equipo que debe empezar a creer, en serio, que puede pelear arriba. Fue 5-2.
Escuchálo. Escuchálo despacito, lo notás? Es el latido vivo de éste campeonato muchachos, porque si aún late es porque hay vida. Porque tras el atropello de Jumilla se pudo sacar la cabeza, otear el horizonte y comprobar que no, que no está tan lejos, ni es tan imposible como algunos presumen, el meterle mano a los poderosos y ser, por qué no, la gran sorpresa de esta primera juvenil.
No caigamos en el foso de la indulgencia. Los muchachos de Campoy tienen un mundo por mejorar todavía, y sería una negligencia transmitirles otro mensaje. Deben mejorar en el juego, en las sociedades, en la fortaleza mental, en la concentración, y una cosa más…en la libertad de lanzarse a jugar sin complejos! Porque de eso se trata muchachos! Porque si el «Marciano» Egea es un jugón, hay que darle precisamente eso, JUEGO, como se vio en el pase quirúrgico que le pone a Miguel Espín en el segundo, el de la remontada. Porque si Antonio Sánchez es un gambeteador nato, y además gambeteador hacia adelante, hay que fomentar las autopistas adecuadas para que su juego fructifique, lo haga crecer a él y haga crecer al equipo. ¿Sirve la gambeta de Antonio en el área propia? ¿Sirve la gambeta rodeado de 4 rivales? ¿Sirve la gambeta con el equipo saliendo y el peligro de perderla? Es ahí donde éste equipo debe mejorar: En pulir los diamantes de la manera que brillen, exteriorizando la riqueza que atesoran.
Calasparra, un equipo con más garra que juego, le volvió a dar un pésimo despertar del que tuvo que levantarse rápido, y así lo hizo: Dos zarpazos del escurridizo Miguel Espín reacomodaron las cosas, y ya en el complemento fue Fran Valera el que definió la contienda. Panzer en estado puro. Cabezazo magistral en el primero y definición categórica en el segundo. Antonio Sánchez también se sumó y así se solventó una goleada. Hablábamos recientemente del tridente de Mapeka en el primer equipo. También el juvenil goza de buena salud en su ataque, con ese tridente formado por Miguel Espín, Antonio Sánchez y Fran Valera. Una herramienta que justifica la posición en la tabla y los goles conseguidos hasta la fecha.
Hay con qué muchachos. Es hora de desinhibirse, de ser un poco atorrantes en la cancha, de juntarse y tocar, de ensalzarse el uno al otro, de cerrar filas en los minutos dificiles, de alzar los puños y de dar ese golpe tan esperado para encaramarse a las alturas, donde nadie nos pronostica y donde nadie nos espera. El Domingo vamos contra uno de los gallos, parafraseando a Chicho Sánchez Ferlosio: «Se miraron en la arena, los dos gallos frente a frente, el gallo (blanqui)negro era grande, pero el Rojiblanco era valiente…».
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