El Bullense vio frenada su extraordinaria racha de victorias ante un Archena que propuso más en defensa que en ataque. El travesaño y el desacierto lo privaron de su sexta victoria al hilo, pero sigue en lo más alto gracias al punto salado del domingo.
Cancha chiquita, pocos espacios, un rival amenazador, figurita repetida ya en ésta temporada (caso de El Esparragal) fue lo que topó en su camino éste Bullense irreverente en la tarde dominguera.
El trámite era distinto, porque Archena presentó credenciales para postularse como una amenaza real. Amenaza que, sin embargo, amainó cuando los locales se quedaron huérfanos de fútbol, con el hispano brasileño Gabri yéndose lesionado en el inicio del complemento.
Hasta ahí todo bastante parejo, con pasillos estrechos y poco tiempo para expresarse con la pelota. Sin descollar, fue el Bullense el que tuvo las más claras, destacando la de Alí que escupió el travesaño, y otra de la «Cobra» Piqueras, en un tiro libre que rozó el palo del ex-rojiblanco Fran.
Acusaron los de Mapeka sus mermados flancos, a raíz de las bajas. Y si bien tanto Fernando López como José Sánchez cumplieron con su rol sin fisuras, el Bullense se nutre de bandas rápidas como Choto o incluso vertiginosas como Palazón. Sin esas herramientas, ganan en contención (Encomiable, una vez más, su solidez) pero se debilitan en ofensiva, de la que tuvieron que hacerse cargo, de forma exclusiva, Enri Gómez y «Juguete» Alcaraz. He aquí una de las claves que beneficiaron al rival: el enorme desgaste de las dos figuras rojiblancas.
Pero la oferta del Archena en la primera parte se redujo en el complemento, tras la lesión de su 10. Fue entonces cuando los hombres de Mapeka olieron la sangre, tapiaron la zona defensiva y se fueron en tromba a por su botín.
Con la garantía equilibrada de Ismael Molina en la mitad de cancha (Enorme despliegue del «Pulpo»), una «Cobra» Piqueras sedienta, un Alcaraz picante por ambas bandas y un Quique Soriano con los colmillos afilados, el Bullense sitió a su rival y empezó a bombearlo por todos lados. No lo ganó porque Quique Soriano no acertó a definir en un mano a mano con Fran, y porque faltó serenidad para colocar la última pieza del puzzle y liquidar el partido. Decía José de San Martín en su ideario que «Cuando uno se ahoga no repara en lo que tiene a mano para salvarse». Ni el ex-Muleño ni la «Cobra» Piqueras repararon en «Juguete» Alcaraz, plantado solito a la espera del pase para definir, pase que nunca llegó y que abortó lo que era una merecida victoria.
Es la sal del fútbol, pero el ciclo de Mapeka deja poco margen a la discusión y un apunte demoledor: Invicto en los últimos 19 partidos. Salado.
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