El sueño de los pibes casi le cuesta un disgusto a Campoy y los suyos. El Bullense recién pudo doblegar al Caravaca en los minutos finales después de un partido con más bostezos que aplausos. Lo Mejor? Los tres puntos, la racha de José Vivo y la proximidad a la zona importante.
Y es que los valientes que desafiaron al frio, y se dieron cita el sábado en el Nicolás de las peñas, apenas pudieron calentarse las manos con algún que otro aplauso y poco más. Esa fue la escasa oferta de los pibes rojiblancos, que lejos de ser esos pura sangre que cabalgaron en Guadalupe, fueron más unos toritos enamorados de la luna. Poco fútbol, mucho desorden, y por suerte los goles, que llegaron por decantación más que por ingenio.
Maticemos: Campoy dispuso un equipo con muchas variantes, prescindiendo de nombres que a día de hoy tienen bien ganada la titularidad. Pero es digno de reconocer el tacto del DT, consciente de la necesidad de minutos de los no habituales. Así se la jugó y sentó a nombres como Ginés Espín, el «Marcianito» Egea o Miguel Espín, dándole cancha a pibes como Gumer o Juampe.
Es curioso el caso de Juampe. El pasado Sábado apenas hizo pie en el desarrollo del juego, incapaz de crear peligro por su sector o de generar algo con su aceitada técnica. Lejos, muy lejos todavía del nivel que muestra en las prácticas, donde parece estar más suelto y desata el repertorio técnico con galera y bastón. ¿Falta de confianza? ¿De seguridad tal vez? Si éste pibe se anima puede ser el gran fichaje del año.
Así, con este escenario de rotaciones, el juego del Bullense fue pobre, y por momentos rozó la grosería. Y si una semana atrás dio una exhibición de orden, juego y concentración en Guadalupe, el Sábado fue un equipo desdibujado, previsible y aletargado.
Fue con los cambios donde empezó a aflorar algo de luz en la cerrada noche que se ciñó sobre un Nicolás frio, como frio era el juego del equipo. A estas alturas el Caravaca ya firmaba el empate y renunciaba a cualquier intento de ataque. La entrada de Miguel Espín cambió algo la dinámica pobre del equipo hasta entonces, y de tanto ir llegó el gol, que fue como fue el partido: Confuso, alocado, con toda la caballería tomando el área chica, Javi Fernández abrió la veda y tranquilizó la angustia rojiblanca. Angustia que poco después liquidó el «Panzer» Fran Valera tras una gran acción de Miguel. 2-0, para dar carpetazo a la función.
Balance positivo? Claro que sí! Porque es evidente que con tantos cambios pueda resentirse la funcionalidad habitual. Porque la solidez atrás ya suma 310 minutos sin recibir goles. Porque aún teniendo muchos rivales por encima quedó a tan solo cinco del líder, y porque si bajando el nivel consigue ganar, es que acá hay mimbres para llenar la cartuchera y salir a campo abierto a pelear con el que sea.