El Bullense juvenil sufrió de lo lindo para traerse los tres puntos de Alcantarilla. Se adelantó dos veces en el marcador (1-3), se echó a dormir y cerca estuvo de irse todo al traste. Miguel, sobre el final, cerró la hemorragia.
Toda una simbiosis entre la excelencia y la calamidad, eso fue el Bullense Juvenil en Alcantarilla. Y es que el equipo rojiblanco fue capaz de dominar por completo a su rival, asestarle dos golpes de KO y dejarlo panza arriba, y aún así se las rebuscó para complicarse la vida y darle oxígeno a su rival hasta abrirle las puertas del empate.
Se torna laberíntico descifrar a éste Bullense Juvenil, porque lo mismo tiene una tarde ilustrada, te domina el partido y golea con claridad (porque tiene los mimbres para hacerlo), que tiene esos espasmos repentinos y le llueven los goles (Como en Santomera, en el Llano de Brujas o el sábado mismo).
Tuvo momentos brillantes el equipo de Campoy, que cuenta con cartas de peso en ataque como Antonio Sánchez, Miguel Espín o Fran, ese «Panzer» que no para de hacer goles, demostrando que atraviesa un lindo romance con el gol.
Además, hay buen pie en éste equipo, porque chicos como el «Marciano» Egea o el «Dibu» Jiménez le dan un soplo de aire fresco al equipo. Destacar lo de Egea, que lo mismo te agarra la mitad de cancha y te la mueve de un lado a otro, como saca el repertorio y, a lo guapo, se ubica en el lateral diestro y te raspa lo que pase por su sector. 15 años tiene. Un marciano.
Pero así como tira la artillería pesada a la cancha, este equipo te abre las puertas del fondo con una calidez que invita al rival a animarse. Una serie de desfases atrás, angustiosa pasividad de la defensa, permitió el descuento del local. Y miren si tenía el día a favor el Bullense que en plena balacera del Vistabella llegó la acción más linda del partido: Fran la agarró en tres cuartos, abrió a su izquierda, por donde entró como un misil el «Marciano» Egea para dibujar una parábola magistral, directa al ángulo. Golazo. Partido liquidado? Partido complicado! No contaban con la del árbitro, que cobró un dudosísimo penal que el local cambió por el 2-3.
Campoy buscó recomponer el rompecabezas, pero el plan se le fue al traste rápido: Empate del Vistabella y expulsión de Nico Bastida. Todo en contra. Sin embargo, bastó una genialidad Vicente para que la balanza volviera a desniverlarse: Pase quirúrgico a Miguel Espín que no falló en el mano a mano.
De ahí en más, atravesar el pasaje del terror. El Vistabella buscó un empate que seguramente merecía, pero el resultado ya no se movería, y los rojiblancos sumaron una victoria vital en lo anímico y en sus aspiraciones, para, de una vez por todas, sacarse a su enemigo de encima y consolidar la confianza en que éste plantel tiene mucho más para dar.
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