Alí Lugula brilló en Cabezo de Torres y empezó a disipar cualquier duda que pudiera surgir acerca de su rendimiento. Fue decisivo en la parcela defensiva, pero también en la ofensiva. El Potro relincha y quiere más.
¡Por fin Alí! Lo estábamos esperando con ansias y al fin apareció: Alí Lugula brilló con luz propia en el Municipal de Cabezo de Torres y fue figura en la goleada por 0-3 ante el local.
Venía alternando buenas y malas el Burkinés, que no terminaba de hacerse con el puesto pero que siempre contó con la confianza de su DT, Mapeka, y del cuerpo técnico.
No agachó la cabeza nunca, Alí. Aun en los momentos mas dubitativos, donde arrancó desde el banco, cuando su llegada al club se presumía para ser titular fijo. Pero el fútbol es una tierna dama antojadiza que si quiere, te bendice, y si no te manda a la mas absoluta intrascendencia. Así lo entendió Alí, que en cada minuto que le tocó estar en cancha dejó todo, unas veces ordenadamente y otras a pleno descontrol.
No se le podrá reclamar más compromiso al Africano, que lidia día a día con su circunstancia: El idioma, otro fútbol, otra cultura, y algún que otro insulto racista del que, sabe, no se puede librar. Pero Alí encara como encara en la cancha, siempre en positivo y sin bajar los brazos. Por eso el reconocimiento tras su mejor partido con la camiseta rojiblanca.
El Domingo, ante el Molina-UCAM, tendrá la chance de confirmar su buen momento, terminar de convencer a los escépticos y seguir ganándose el cariño de grandes, y sobre todo de los pequeños, que lo adoran y se lo demuestran en cada partido y en cada entrenamiento.
Aquí, en Bullas, éste potro salvaje venido de Burkina Faso ha encontrado la campiña ideal para cabalgar plenamente. Allá va, imparable, a escribir su propia historia.