El Bullense hizo bueno el dicho y ganó el clásico comarcal a un Caravaca que vendió cara la derrota. Partido marcado más por la testosterona que por el juego, el gol llegó vía penal, donde Piqueras no perdonó. Ahora, el Bullense comparte la punta con Abarán.
No será recordado éste partido por su estética, su técnica o su fantasía. Tampoco lo será por su emotividad. ¿Realmente esperaban eso de un clásico caliente entre Caravaca y Bullense? Le erraron feo, porque en «ElMorao» sólo podía apelarse a la efectividad en las pocas ocasiones que el choque iba a conceder y a la gallardía para sostener el resultado.
Así lo entendió el técnico rojiblanco, que buscó sumar arriba con la entrada del «Pájaro» Adrián López acompañado por el canterano Valera. Desprovisto el Bullense de su aparato creativo, fue Sergio Alcaraz el que le dio sentido al poco juego que la fricción permitía, junto con las patriadas de Enri Gómez, a veces embarullado y a veces certero, como sus amagues y el zurdazo dentro del area que por milimetros no abrieron el marcador.
Caravaca apenas pudo incursionar en la primera etapa. Maniatados los costados, sólo el indomable Steven pudo acercarse al arco de Ginés Guzmán. Ambos protagonizaron, ya en el complemento, la imagen perfecta de dos potencias: Mano a mano del punta que desbarató Ginés con una atajada formidable, en un momento clave del partido.
Y es que el complemento tuvo momentos críticos para ambos. Choto tuvo que jugar con el perfil cambiado tras la lesión de Yordy y sufrió con los balones largos que una y otra vez buscaron los locales. Cuando el Caravaca lograba penetrar, allí estaba una y otra vez Ginés Guzmán, la columna que sostuvo al equipo rojiblanco.
Mapeka decidió mover el banco y sacó la pólvora del banquillo. La «Cobra» Piqueras a morder arriba, Justin a lastimar por el costado derecho y Eloy a darle forma al dominio del equipo, que de a poco fue cercando el área local. Lo tuvo primero Maylan con un cabezazo a quemarropa que el meta Caravaqueño sacó, genialmente, por encima del travesaño. Fue el prolegómeno del gol: minutos después una mano en el área fue cobrada por el juez y la «Cobra» Piqueras no perdonó: bombazo y a cobrar.
El escenario, entonces, se tornó digno de un clásico: Todo se luchaba, todo se peleaba, todo se discutía. El calor acuciante que hacía mella y los nervios a flor de piel para sostener un 0-1 que pudo desmoronarse o aumentarse en cualquier momento.
Fue victoria para un Bullense que vuelve a colocarse en los más alto, ahora acompañando a un contundente Abarán, que marcha de goleada en goleada. Para los rojiblancos, tres puntos vitales, por el rival, por el contexto y por el momento. Ahora se le viene un equipo en horas bajas como La Unión, donde tendrá una linda chance de asaltar el liderato, de marcar distancias y diferencias con equipos que no terminan de carburar, y de regalarle una buena victoria a su gente, inmersa ya en sus fiestas patronales. Se viene un marco dominguero excepcional, clásico, como la victoria de ayer en Caravaca.