El Bullense recibió un huracán grana en el Nicolás de las Peñas pero tiró de tablas para contrarrestarlo. Contuvo la frescura juvenil del Murcia, manejó los momentos difíciles con categoría y lo empató por garra y empuje. Éste equipo pinta bárbaro.
¡Qué buena noche se puso!
Y es que el Bullense de Mapeka se puso el sayo y ofreció un trepidante espectáculo ante los juveniles del Murcia, en un golpe por golpe que mantuvo la emoción de principio a fin.
«Cuando enfrentas a un equipo juvenil es una prueba de medición en toda regla» afirmaba el gran Johann Cruyff, que siempre apostó por el trabajo de base y su relevancia.
Bien saben de ésto en el vestuario del Bullense, tras enfrentarse a dos categorias inferiores (UCAM y UCAM Beniaján, ambos juveniles) y a los futuros astros del Real Murcia CF.
Créanme, pudo ser para cualquiera. El Murcia fue feroz en sus ataques, pero se topó con muros de cemento armado como Maylan, Antón o Ginés Guzmán, de enorme tarea. El 0-1, tras una serie de rebotes en el área chica, no hizo otra cosa que envalentonar a los de Mapeka, que gozaron incluso de un penal malogrado por Sergio Alcaráz (Definió flojo a media altura y el meta logró desviarlo).
Ya en el complemento, el cuadro rojiblanco puso paños fríos, se afirmó en la cancha y se fue a por el empate, que llegó con un testarazo insoslayable de Maylan a la salida de un córner. Qué desahogo! Para el capitán, para el equipo, para la gente. No fue casualidad, los de Mapeka se fueron a por el empate y lo lograron.
Lo mejor? El no achicarse, el superar los momentos difíciles, el saber gestionar la presión, la valentía de sobreponerse y la audacia de irse resueltos a por el empate.
Hay un equipo, hay un sueño, y hay una base cimentada en pilares sólidos. Empiezo a creer en serio…