Ésta es la premisa que queda después de la disputadísima victoria ante el UCAM Beniaján. Los de Mapeka, con muchos recambios y un once inédito, tuvo que sufrir para lograr su segunda victoria de la pretemporada.
Y a pesar de todo, ganó. Y lo ganó porque cuando los juveniles del Beniaján empataron el partido hubo una explosión de rebeldía. Fue a esas alturas, ya pasada la mitad del complemento, cuando los de Mapeka se lanzaron, sea como fuere, a por la victoria.
No se imaginen nada lírico ni vistoso porque no hubo nada ni tan siquiera parecido a eso. Los chicos de Beniaján, al igual que el día anterior los de UCAM, exigieron y por momentos sometieron a los rojiblancos (Ayer vestidos como diablos rojos) con su movilidad y su descaro, aunque éstos mostraron muchas carencias que el Bullense no supo aprovechar, especialmente en el fondo.
Mediada la primera parte fue Eloy quien, tras un rechazo en un córner, aprovechó la pelota picando para adelantar a los suyos, pero poco más tuvo de fútbol. Y es que estos muchachos acusan la falta de rodaje con las nuevas caras, y será tarea del cuerpo técnico amoldar las piezas que hagan caminar ésta maquina.
Tras el gol visitante, ya se avistaba un nuevo empate, y fue entonces cuando el Bullense tuvo su arrojo y valentía. Lo tuvo la «cobra» Piqueras, que amenazó en cada intervención, pero fue el Pájaro Adrián López quien cerró el partido, definiendo categóricamente ante la salida del arquero. (¡Qué ganas había de gritar un gol suyo!)
El Viernes se vienen los jóvenes del Real Murcia, otra prueba de carácter para los rojiblancos en su laberíntica pretemporada.