Párraga puso la firma y confirmó que se vuelve a poner la camiseta del Bullense, en ésta nueva andadura que tendrá al «Tractorcito» como piedra angular en el andamiaje rojiblanco.
Era una calurosa noche de verano, allá por 2007, en plena pretemporada. Los directivos de por aquél entonces me llevaron al entrenamiento para presentarme y, posteriormente, para observar un amistoso del primer equipo.
Bastaron unos minutos para fijarme en un muchacho menudito, lampiño, de mirada clara y valiente. «Ése es un fenómeno. Párraga se llama» me dijeron. Tuve que esperar un tiempito para verlo ante una inesperada lesión que lo alejó en el inicio de aquel ciclo, pero la espera mereció la pena.
Empezó de a poco a ganarse el puesto, porque si algo cataloga a Párraga es un estricto sentido de equipo. Y consciente por aquel entonces de su precario estado, laburó silencioso, persistente, sin queja ni resabio. Y así, a base de esfuerzo y perseverancia (Y de una clase que empezó a aflorar) se hizo amo y señor en el engranaje rojiblanco.
Por aquellas lo apodé «La tuerca», porque con él en cancha aquel equipo afinó como violín austríaco y encaró como tanque de asalto soviético. Tanto que no volvió a perder un solo partido, completó una segunda vuelta inmaculada y terminó coronándose campeón irrefutable.
Hoy, 12 años después de todo aquello, con las sienes plateadas por las nieves del tiempo, arranca el motor iluso, vira la tuerca giratoria. Párraga está de vuelta, y yo vuelvo al sueño estival de antaño. Todo gira Antonio, todo gira.
Toni Fontán